
Letras de tango
Música: Armando Pontier
Letra: José María Contursi
Tu voz surgió de las sombras
como un lejano reproche;
tu voz que llora y me nombra
mientras más aún se asombran
los
fantasmas de esta noche.
Están mis ojos cerrados
por el terror del
silencio;
mi corazón, desgarrado
porque no me he perdonado
todo el
mal que te causé.
Más, muchísimo más
extrañan mis manos tus manos
amantes...
Más, muchísimo más
me aturdo al saberte tan cerca y tan
distante...
Y mientras fumo forma el humo tu figura
y en el aroma del
tabaco tu fragancia
me conversa de distancias,
de tu olvido y mi
locura...
Tú que vives feliz
tal vez esta noche te acuerdes de mí.
Parece un sueño de angustias
del que despierto temblando
y están
tiradas y mustias
las violetas de esa angustia
y mis ojos sollazando.
Los pobres siguen cerrados
por el terror del silencio...
Mi corazón,
desgarrado
porque no me he perdonado
todo el mal que te causé.
Música: Miguel Cafre y Fausto
Frontera
Letra: R. Olivieri
Tabernero, que idiotizas
con tus brebajes de fuego,
sigue llenando mi copa
con tu maldito veneno,
hasta verme como loco
revolcándome en el suelo.
Sigue llenando mi copa,
buen amigo
tabernero.
Cuando me veas borracho,
canturreando un tango obsceno
entre blasfemias y risas,
armar camorra a los ebrios,
no me arrojes
a la calle,
buen amigo tabernero,
ten en cuenta que me embriago
con
tu maldito veneno.
Yo quiero matar el alma
que idiotiza mi cerebro,
muchos se embriagan con vino
y otros se embriagan con besos.
Como ya
no tengo amores,
y los que tuve murieron,
placer encuentro en el vino
que me brinda el tabernero.
Todos los que son borrachos
no es
por el gusto de serlo,
sólo Dios conoce el alma
que palpita en cada
ebrio.
¿No ves mi copa vacía?
Echa vino, tabernero,
que tengo el
alma contenta,
con tu maldito veneno.
Sigue llenando mi copa,
que yo
no tengo remedio.
Música: Pedro Maffia
Letra: José Horacio Staffolani
Vengan a ver...
El bailongo se formó
en su ley
a la luz de un gran farol
medioeval.
Todo el barrio se volcó
en
aquel
caserón, bajo el parral,
a bailar,
y al quejarse el bandoneón
se escuchó
tristes las notas de un tango
que nos hablaba de amor,
de mujer, de traición,
de milongas manchadas de sangre,
de sus
malevos y el Picaflor.
Se fue el arrabal
con toda su ley.
Su
historia es, tal vez,
la cruz del puñal.
Se fue el arrabal
que
hablaba de amor
y aquel taconear
también se perdió.
¿Quién no
sintió
la emoción del taconear
y el ardor
que provoca el bandoneón
al llorar?
Tango brujo de arrabal,
triste son
que se agita en el
misal
de un querer
y en la lírica pasión
del matón.
Notas que
muerden las carnes
con su motivo sensual
al volcar la pasión
que
llevamos, tal vez, muy adentro,
en lo más hondo del corazón.
Música: Lucio Demare
Letra: Homero Manzi
Suena el piano, la luz está sobrando,
se hace noche de
pronto y sin querer
las sombras se arrinconan
evocando a Griseta, a
Malena, a María Ester.
Las sombras que esta noche trajo el tango
me
obligan a evocarla a mí también.
Bailemos que me duele estar soñando
con
el brillo de su traje de satén.
¿Quién pena en el violín?
¿Qué voz
sentimental
cansada de sufrir
se ha puesto a sollozar así?
Tal vez
será el rumor
de aquella que una vez
de pronto se durmió.
¡Tal vez
será su voz, tal vez!
Su voz no puede ser,
su voz ya se apagó,
¡tendrá que ser nomás
mi propio corazón!
Era triste, era pálida
y lejana,
negro el pelo, los ojos verde gris.
Y eran también sus labios
al sol de la mañana
una triste flor de carmín.
Un día no llegó,
quedé esperando.
Y luego me contaron su final.
Por eso con las sombras
de los tangos
¡vanamente la recuerdo más y más!
Música: Juan Maglio
Letra: Alfredo Bigeschi
Es hijo malevo, tristón y canyengue,
nació en la
miseria del viejo arrabal,
su primer amigo fue un taita de lengue,
su
novia primera vestía percal.
Recibió el bautismo en una cortada
y fue su
padrino un taita ladrón.
Se ganó el cariño de la muchachada,
que en una
quebrada le dio el corazón.
Tango argentino.
¡Sos el himno del
suburbio
y en jaranas o disturbios,
siempre supiste tallar!
¡Y en
los patios,
con kerosén alumbrados,
los taitas te han proclamado
el
alma del arrabal!
De tus buenos tiempos aún hoy palpitan,
"El
Choclo", "Pelele", "Tatita", "El Caburé",
"La Morocha", "El Catre" y "La
Cumparsita",
aquel "Entrerriano" y el "Sábado Inglés".
Inútil que
quieran cambiarte de rango
y en la aristocracia te mezclen con jazz,
en
tu inconfundible rareza de tango,
se pinta la historia del viejo arrabal.
¡Tango argentino!
El de cortes compadrones,
rezongos de
bandoneones
y sollozos de violín
¡Tango argentino!
Admirado en todas
partes
y como bueno triunfaste
en Europa como aquí.
Música: Alejandro Dolina
Letra: Alejandro Dolina
Qué se haga ya la oscuridad!
Deténgase la sucesión
En una ausencia tan brutal
que es uno mismo el que no está.
Y no
quiero sentir ningún dolor
es lo que duele más.
Llegó el olvido,
vencedor
y ya el saqueo comenzó
En la memoria sin guardián
libros de
viento robará.
Y de tu verso más cantor
nadie se acordará.
Yo
juego con la carta más segura
no importan los vaivenes de la suerte
aquí
donde me ve, yo soy la Muerte.
El precio de la última aventura.
Yo
soy mucho más fuerte que la vida.
Yo soy la última rima del poema.
Mi
voz en todo acorde suena.
Y con cualquier camino yo hago esquina.
No
hay que pensar ni preguntar:
yo soy mi propia explicación.
Soy el
sentido y el motor
de la poesía y el amor.
La nada espera, vamos ya.
Su tiempo terminó.
Música: Osvaldo Fresedo
Letra: Emilio Fresedo
Cuando sepa que estás lejos, cuando tu canción
llegue
hasta tus oídos,
una angustia habrás tenido y sentirás vos
que está muy
lejos de tu sol,
y si piensas en tu casa,
si recuerdas tus andanzas
por esas calles de Dios,
pensarás en tu Corrientes,
tus amigos, tus
parientes,
llorarás con tu canción.
Tango,
tango mío que llegás
al corazón;
Tango,
es pedazo de mi tierra tu canción.
Tango,
lejos cuando se oye tu cantar,
a tu lado está otra vez,
el amigo que
dejás
y estar lejos es un sueño.
Tango,
tango mío cuantas vidas ves
pasar.
Tango,
alegrías y tristezas al vibrar.
Tango,
fuiste reo
por tu cuna, sí,
por tu lengua, tu caló,
pero te sabés vestir.
¡Todo
el mundo te entendió!
Estar lejos, sin amigos, estar sin amor...
hará extrañar tu suelo,
sos el hombre que primero, sin probar favor,
despintará su ilusión.
Cuántos, cuántos corazones
estrellaron
ambiciones
en los puertos sin timón.
Y al pensar en tu Corrientes
tus amigos, tus parientes,
¡sufrirá tu corazón!
Música: Francisco Canaro
Letra: Ivo Pelay
Me pidieron los muchachos una danza original,
me
pidieron los muchachos una danza novedosa,
Se han cansado, con el mundo, de
los bailes siempre iguales.
Nuevos tiempos, nuevos ritmos; gente nueva,
nuevas cosas.
Me pidieron los muchachos una danza original,
de
figuras caprichosas y cadencia nacional.
Y un danzón amilongado con un tango
fue anudado,
para dar a los muchachos una danza original.
Así nació
el tangón.
Tangón porteño,
con pretensiones
de ser señor y dueño.
Es roncador, cimbreador,
rezongón y en su cadencia
hay un aliento de
sensualidad.
De festín, de dolor.
De placer y de amor.
Con
figuras caprichosas he buscado componer
un bailable que llegara a imponerse
en los salones
Y el tangón nació a la vida como nacen las personas
sobre
todo en este siglo de locuras y ambiciones.
Con figuras caprichosas he
buscado componer
un bailable que pudieran los muchachos aprender.
Y
enlazando melodías con cadencias y armonías,
un bailable caprichoso he
buscado componer.
Música: Hugo Gutiérrez
Letra: Homero Manzi
Al fin, un rancho más que se deja,
total, porque no ha
vuelto la prenda,
allí, donde .se muere una senda,
allí, donde los
pastos se quejan
y el viento se aleja silbando un dolor.
Total, otra
cocina sin brasas
y un gaucho que pasa
sin rumbo ni amor...
Roldanita de mi pozo
que cantaba su alborozo,
ya no habrás de
cantar nunca más.
Sombra fresca del alero
donde estaban los jilgueros,
los jilgueros que hoy no están.
Brillazón de mis trigales
que
mancharon los cardales
cuando un día comencé a penar,
cuando entraron
los abrojos
a morder en mis rastrojos
y me eché a rodar.
Se fue,
dirá la gente del pago;
se fue, tal vez detrás de otro sueño...
Al fin,
otro ranchito sin dueño;
al fin, otra tapera tirada
sin tropa ni aguada,
sin gente ni Dios.
Total, otro fogón desdichado,
que un alma ha
dejado
sin fuego ni amor.
Música: Mariano Mores
Letra: Dante Gilardoni / Raúl Capablanca
(milonga)
Para bailar esta milonga,
hay que tener primeramente
una buena compañera
que sienta en el alma
el ritmo de fuego así...
Hay que juntar las cabezas mirando hacia el suelo
pendientes de su
compás,
dejar libres los zapatos que vayan y vengan
en repiqueteo sin
fin,
y que mueva la mujer las caderas
al ritmo caliente que da el
tambor,
olvidarse de la vida y del amor
para bailar...
Porque en
este baile insinuante
hay que tener,
desde el corazón palpitante
hasta los pies,
el repiquetear del taquito
se hace obsesión,
hasta que se funde en el ritmo
del corazón...
Al compás de esta
milonga
vuelvo a ver igual que ayer
un baile de meta y ponga
y un
vivir para querer...
Un pasito atrás por aquí,
otro avance más por allá,
la sentada limpia y después
viene el taconeo final...
El candombe
está en lo mejor
y la moza vibra al compás,
y siempre que esta milonga
vuelvo a bailar, me gusta más...
Para bailar,
se necesita más
que nada amar la vida,
porque es vida todo aquello
que se agita en los
compases
de un candombe de mi flor y
de mi amor
Música: José Canet
Letra: José Canet
De cada amor que tuve tengo heridas,
heridas que no
cierran y sangran todavía.
¡Error de haber querido ciegamente
matando
inútilmente la dicha de mis días!
Tarde me di cuenta que al final se vive
igual fingiendo...
Tarde comprobé que mi ilusión se destrozó queriendo...
¡Pobre amor que está sufriendo
la amargura más tenaz!
Y ahora que no
es hora para nada
tu boca enamorada me incita una vez más.
Y aunque
quiera quererte ya no puedo,
porque dentro del alma tengo miedo.
Tengo
miedo que se vuelva a repetir
la comedia que me ha hundido en el vivir.
¡Todo te lo di!...
¡Ttodo lo perdí!...
Siempre puse el alma entera,
de cualquier manera,
soportando afrentas
y al final de cuentas
me quedé sin fe.
De cada amor que tuve tengo heridas,
heridas
que no cierran y sangran todavía.
Error de haber querido ciegamente,
perdido en un torrente de burlas y mentiras.
Voy en mi rodar sin esperar
y sin buscar amores...
Ya murió el amor porque el dolor le destrozó sus
flores...
Y aunque hoy llores y me implores
mi ilusión no ha de volver.
¡No ves que ya la pobre está cansada,
deshecha y maltratada por tanto
padecer!
Música: Juan Bautista Guido
Letra: Luis Rubistein
Pese al dolor vengo a verte.
Lo supe ayer que te
hallabas tan mal.
Yo que juré odiarte hasta la muerte
no pude más y vine
al hospital.
Por todo el mal que me has hecho
quise cobrar este amargo
rencor,
pero después sentí dentro del pecho
mi corazón latir con santo
amor.
¿Por qué llorás? ¿Acaso mi presencia
en este instante a vos
también te apena?
¿O al recordar tu vida sin esencia
te arrepentiste y
hoy querés ser buena?
La tarde gris, tan gris como mi pena,
acompañó mi
quebranto por tu herida,
porque tus besos trajeron a mi vida
la dicha de
soñar y el ansia de vivir.
No vine aquí a reprocharte...
Todo
pasó... y prefiero olvidar...
Lo quiere Dios que vuelva a perdonarte
y
que otra vez volvamos a empezar.
Cuando se curen tus males
mi corazón
volverá a despertar.
Retornarán los mansos manantiales
y como ayer
tendremos un hogar.
Música: Pedro Maffia
Letra: Jorge Curi
Recibí tu última carta,
en la cual tú me decías:
"Te aconsejo que me olvides,
todo ha muerto entre los dos.
Sólo pido
mi retrato
y todas las cartas mías,
ya lo sabes que no es justo
que
aún eso conserves vos".
Hoy reconoces la falta,
tenés miedo que yo
diga...
que le cuente al que tu sabes
nuestra íntima amistad;
¡Soy
muy hombre, no te vendo,
no soy capaz de una intriga!
Lo comprendo que,
si hablara,
quiebro tu felicidad.
Pero no vas a negar
que cuando
vos fuiste mía,
dijiste que me querías,
que no me ibas a olvidar;
y
que ciega de cariño
me besabas en la boca,
como si estuvieras loca...
Sedienta, nena, de amar.
Yo no tengo inconveniente
en enviarte
todo eso,
sin embargo, aunque no quieras,
algo tuyo ha de quedar.
El
vacío que dejaste
y el calor de aquellos besos
bien lo sabes que no
puedo
devolvértelos jamás.
Yo lo hago en bien tuyo
evitando un
compromiso,
sacrifico mi cariño
por tu apellido y tu honor;
me
conformo con mi suerte,
ya que así el destino quiso
pero acuérdate bien
mío,
¡que esto lo hago por tu amor!
Música: Gerardo Matos Rodríguez
Letra: Juan Bautista Abad Reyes
¿Te fuiste? Ja... Ja... ¡Que te vaya bien!
¡Piantá de
la vía que te cacha el tren!
Mi bulín está mucho más lindo,
más
aireao, ventilao y compadre,
con las pilchas por el suelo,
todo bien
desarreglao.
Ya no tengo nadie que la bronque,
ni pichicho que me muerda
o ladre;
te agradezco, mina otaria,
de que me hayas amurao.
¿Te
tuiste? Ja... Ja... ¡Qué te vaya bien!
¡Piantá de la vía que te cacha el
tren!
La catrera, con ser tan grandota,
yo te aseguro que no te ha
extrañao,
pues tu ausencia sólo se nota,
en que duermo despatarrao.
Y de tarde cuando el piberío
del triste convento empieza a gritar,
me despierto feliz y me río,
y al ver que te has ido me pongo a cantar.
¿Te fuiste? Ja... Ja... ¡Qué te vaya bien!
¡Piantá de la vía que te
cacha el tren!
Sin embargo allá en el fondo
de mi alma, la loca
pavura
me trabaja 'e prepotencia
y no te lo oculto más.
Tengo miedo
que una de estas noches
cometás la terrible locura
de sentirte Magdalena
y al cotorro te volvás.
¡No, por favor, que estoy muy a gusto solito!
¿Te tuiste? Ja... Ja... ¡Qué te vaya bien!
¡Piantá de la vía que te
cacha el tren!
Música: Aníbal Troilo
Letra: Homero Expósito
Nació en un barrio con malvón y luna
por donde el
hambre suele hacer gambetas
y desde pibe fue poniendo el hombro
y anchó
a trabajo su sonrisa buena.
La sal del tiempo le oxidó la cara
cuando
una mina lo dejó en chancleta
y entonces solo, para siempre solo,
largó
el laburo y se metió en la huella.
Malevo, te olvidaste en los boliches
los anhelos de tu vieja.
Malevo, se agrandaron tus hazañas
con las
copas de ginebra.
Por ella, tan sólo por ella,
dejaste una huella de
amargo rencor.
Malevo, ¡qué triste!
jugaste y perdiste
tan sólo por
ella
que nunca volvió.
Tambor de tacos redoblando calles
para
que se entren las muchachas buenas
y allí el silencio que mastica el pucho
dejando siempre la mirada a cuenta.
Dicen que dicen que una noche zurda
con el cuchillo deshojó la espera
y entonces solo, como flor de orilla,
largó el cansancio y se mató por ella.
Música: Edmundo Rivero
Letra: Edmundo Rivero
Vos sos el campeón de la cuajada,
la leche
pasteurizada
y del agua mineral.
Y cuando ya estás bien embalado
te
metes a un continuado
y la farra rematás.
Mirando dibujos animados,
sos feliz morfando helados
y pastillas de ananá.
Y en colectivo o en
tren,
yendo o viniendo,
te la pasás leyendo
revistas de Tarzán.
Sangre de pato,
avivate, frate mío,
te vas a morir de frío
si no aprendés a escabiar.
Despertate,
andá un poco a la carreras,
y a la farra milonguera
a bailarte un buen gotán.
Sacudite
la
tierrita de la solapa,
buscate una mina papa,
y venite pal trocén.
Bien empilchado y con un faso
entre los labios,
haceme caso otario,
te lo digo por tu bien.
Vos nunca sentistes el gustazo
de ir a
ver unos tortazos
en el ring del Luna Park.
Y si en Boca o en River
no has estado
y nunca fuiste al paddoc
a ver un Nacional.
Decime
si sos un poco piola
para que tenes la sabiola
si no es para saber
que la ruleta no queda en la Salada
y que el doce no es clavada
jugando al pase inglés.
Si hasta la mina
se te va a morir de
hastío.
Avivate, frate mío,
te lo digo por tu bien.
Música: Francisco Canaro
Letra: Francisco Canaro
Te quiero,
como no te quiso nadie,
como nadie te
querrá.
Te adoro,
como se adora en la vida,
la mujer que se ha de
amar.
Te quiero,
como se quiere a la vida
cuando la vida es beldad;
como se quiere a un hermano;
como se quiere a una madre,
con ese
amor sin igual,
como se quiere en la vida
una vez, y nada más.
Hoy te quiero más que ayer,
pero menos que mañana;
y no hay
fuerza sobrehumana
que detenga mi querer.
Son muy lindas las caricias,
si nacen del corazón;
y son lindos los amores
que conservan la
ilusión.
Y si un querer lo provoca,
es sublime, hasta el dolor,
y las penas, no son penas,
cuando son penas de amor.
Hoy te
quiero más que ayer
pero menos que mañana;
mi pasión es soberana,
y
reclama tu querer.
Música: Alberto Acuña
Letra: Charrúa (Gualberto Márquez)
(vals)
Linda estaba la tarde en que la vide,
el patio de su
rancho acomodando
y aunque guapo pa'todo me sentía,
no pude hablarle y
me quedé temblando.
Estaba como nunca la había visto,
vestido
livianito de zaraza,
con el pelo volcao sobre los hombros
era una virgen
que encontré en la casa.
Ni ella ni yo, ninguno dijo nada,
con sus
ojazos me siguió quemando,
dejó la escoba que tenía en la mano,
me quiso
hablar y se quedó temblando.
Era el recuerdo del amor primero,
amor
nacido en una edad temprana,
como esas flores rústicas del campo
que
nacen de la noche a la mañana.
Amor que está oculto en los adobes
de
su rancho paterno tan sencillo
y en la corteza del ombú del patio
escrito con la punta del cuchillo.
Me di vuelta pisando despacito,
como quien desconfía de una trampa,
envolviendo recuerdos y emociones
entre las listas de mi poncho pampa.
No sé que me pasó, monté a
caballo
y me fui galopiando a ríenda suelta,
con todos los recuerdos y
emociones
que en las listas del poncho saqué envueltas.
Linda estaba
la tarde en que la vide,
el patio de su rancho acomodando.
La tarde en
que guapo me sentía
no pude hablarle y me quedé temblando.
Música: Alberto Acuña
Letra: Agustín Irusta
Hace ya algún tiempo te vengo observando
un raro
misterio en tu modo de ser.
Si algo me retraso te encuentro con trompa,
si vengo pasado ni me querés ver.
Si me siento alegre y cacho la viola
me parás el carro, yo no se porqué.
Te inventás diez nombres de minas
cualquiera;
si falta que digas que tengo un harén.
Tenemos que
abrirnos, no hay otro remedio,
es un caso serio tu modo de amar.
Tenemos
que abrirnos, amistosamente,
no es vida decente broncar y broncar.
Tenemos que abrirnos, hemos terminado
las que has aguantado te las
pagaré
con buenos recuerdos, diré que sos buena,
que es grande mi pena,
pero que le vachaché.
A veces, dormida, soñés en voz alta,
me decías
de todo, mordés el colchón.
Yo te doy soguita, hasta que cabrero
te
despierto suave con el cinturón.
Si te pido ropa te haces la mañera
haciéndote ideas muy malas, quizá.
¡Upa! ¡Que carácter! ya no hay quien
te aguante,
si tenés más vueltas que línea 'e tranway.
Música: José María Aguilar
Letra: Celedonio Flores
En la timba de la vida me planté con siete y medio,
siendo la única parada de la vida que acerté.
Yo ya estaba en la
pendiente de la ruina, sin remedio,
pero un día dije planto y ese día me
planté.
Yo dejé la barra rea de la eterna caravana,
me aparté de la
milonga y su rante berretín;
con lo triste de mis noches hice una hermosa
mañana:
cementerio de mi vida convertido en un jardín.
Garsonier,
carreras, timbas, copetines de vicioso
y cariños pasajeros... Besos falsos
de mujer...
Todo enterré en el olvido del pasado bullicioso
por el
cariño más santo que un hombre pueda tener.
Hoy, ya vés, estoy
tranquilo... Por eso es que, buenamente,
te suplico que no vengas a turbar
mi dulce paz;
que me dejes con mi madre, que a su lado, santamente,
edificaré otra vida, ya que me siento capaz.
Te suplico que me
dejes, tengo miedo de encontrarte,
porque hay algo en mi existencia que no
te puede olvidar...
Tengo miedo de tus ojos, tengo miedo de besarte,
tengo miedo de quererte y de volver a empezar.
Sé buenita... No me
busques... Apartate de mi senda...
Tal vez en otro cariño encontrés tu
redención...
Vos sabés que yo no quiero que mi chamuyo te ofenda...
¡Es
que tengo mucho miedo que me falle el corazón!
Música: Raúl Garello
Letra: Héctor Negro
Tiempo de tranvías tropezando el empedrado.
Patios que
se abren a la luna y al parral.
Mágicos zaguanes con temblor de besos
largos.
Penas de ginebra que tanguean en el bar.
Vuelven esos ecos
de las mesas de escolaso.
Noches con la barra en la esquina fraternal.
Sábado y milonga que promete el club del barrio
y el domingo, lleno de
ese fútbol sin igual.
Tiempo de tranvías,
que allá se
desbarrancaron.
De los carnavales
que fueron de otra ciudad.
Te
vieron mis ojos pibes
encendidos y asombrados.
Te canta mi tango nuevo,
con ganas de recordar.
Tiempo lindo de tranvías,
que fueron de
otra ciudad...
Fueye de Pichuco cuando el gordo era muchacho.
El
violín de Gobbi y la orquesta de Caló.
Barras milongueras de Pugliese en
cada barrio.
Tangos del cuarenta que canté con otra voz.
Era mi
Corrientes colmenar de tango vivo.
Era cada ochava la promesa de un cantor.
Tiempo de tranvías, de las calles con silbidos.
Sé que ya el olvido no
podrá jamás con vos.
Tiempo lindo de tranvías,
que fueron de otra
ciudad...
Música: Sebastián Piana
Letra: Cátulo Castillo
Paredón,
tinta roja en el gris
del ayer...
Tu emoción
de ladrillo feliz
sobre mi callejón
con un borrón
pintó la esquina...
Y al botón
que en el ancho de la noche
puso el filo de la ronda
como un broche...
Y aquel buzón carmín,
y aquel fondín
donde lloraba el tano
su rubio amor lejano
que
mojaba con bon vin.
¿Dónde estará mi arrabal?
¿Quién se robó mi
niñez?
¿En qué rincón, luna mía,
volcás como entonces
tu clara
alegría?
Veredas que yo pisé,
malevos que ya no son,
bajo tu
cielo de raso
trasnocha un pedazo
de mi corazón.
Paredón
tinta roja en el gris
del ayer...
Borbotón
de mi sangre
infeliz
que vertí en el malvón
de aquel balcón
que la escondía...
Yo no sé
si fue negro de mis penas
o fue rojo de tus venas
mi sangría...
Por qué llegó y se fue
tras del carmín
y el
gris,
fondín lejano
donde lloraba un tano
sus nostalgias de bon vin.