
Letras de tango
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera / Mario Battistella
(zamba)
Se viste de azul y grana
la aurora en el horizonte.
Es que viene la mañana
y despertó todo el monte.
Criollita, abrí tu
ventana
que ya cantan los zorzales
canciones primaverales
que llegan
al corazón.
Criollita de mis amores,
clavel, el más perfumado.
Tus ojos son dos luceros
que me hieren, traicioneros,
tus ojos me
han amarrado
al palenque de tu amor.
Allá me voy galopando
en mi
alazán, muy contento,
y como estás esperando
atrás voy dejando el
viento.
Criollita, flor de mis pampas,
traigo flores pa´adornarte
y
un canto para arrullarte
en mis noches de cantor.
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
(canción)
Criollita, decí que sí,
que ya no alumbra el lucero,
porque tus ojos que quiero
ya no brillan para mí.
Un pedacito de
cielo
es mi dicha y es mi antojo,
y yo guardo escondido
como un
tesoro querido
el mechoncito de pelo
que me ha amarrado a tus ojos.
Criollita, no digas nada
si al viento doy mi lamento,
que la
amargura que siento
está en mi pecho clavada.
Una florcita me diste
y un beso yo te robé,
y nunca sabrás, chinita,
todo el daño que me
hiciste
con el besito robado
que aquella tarde perdiste.
Criollita, decí que no,
que de tormento me muero,
porque tu boca
que anhelo
todo su fuego me dio.
Dos angustias voy teniendo
enredadas en mi pecho
y voy llevando maltrecho
las penas que estoy
sufriendo,
que si tu desdén me mata
tu amor me va consumiendo.
Música: Mariano Mores
Letra: José María Contursi
Tengo el corazón hecho pedazos,
rota mi emoción en
este día...
Noches y más noches sin descanso
y esta desazón del alma
mía...
¡Cuántos, cuántos años han pasado,
grises mis cabellos y mi vida!
Loco... casi muerto... destrozado,
con mi espíritu amarrado
a
nuestra juventud.
Más frágil que el cristal
fue mi amor
junto a
ti...
Cristal tu corazón, tu mirar, tu reír...
Tus sueños y mi voz
y
nuestra timidez
temblando suavemente en tu balcón...
Y ahora sólo se
que todo se perdió
la tarde de mi ausencia.
Ya nunca volveré, lo se,
lo se bien, ¡nunca más!
Tal vez me esperarás, junto a Dios, ¡más allá!
Todo para mi se ha terminado,
todo para mi se torna olvido.
¡Trágica enseñanza me dejaron
esas horas negras que he vivido!
¡Cuántos, cuántos años han pasado,
grises mis cabellos y mi vida!
Solo, siempre solo y olvidado,
con mi espíritu amarrado
a nuestra
juventud...
Música: Guillermo Barbieri
Letra: Enrique Cadícamo
Juntito al arroyo, besao por los sauces
y poblao de
flores, de esmalte y de luz,
sin letras, crespones ni nombres tallados
se alzan junto a un sauce dos palos en cruz.
Una sepultura que
"entuavía" el cardo
no pudo cercarla, y en donde el "chus-chus"
de
alguna lechuza se escucha, agorera,
sobre la cimera de esa vieja cruz.
El sauce le llora un Ave María;
el boyero, en cada chiflido que da,
acaso le quiere rezar un bendito
junto con las quejas que entona el
sabia...
Dicen los más viejos, haciéndose cruces,
que al pasar de noche
por ese lugar
oyen que se quejan los ñacurutuces
de un modo tan fiero
que hasta hace temblar...
(recitado)
Y en las noches malas, cuando
enrieda el viento
su vago lamento en el saucedal,
por la cruz de palo
una luz camina,
que corre y que vuela por el pastizal.
Pa' un "Día
de Dijuntos" de hace varios años
se llegó una moza juntito a la cruz;
la
cabeza envuelta en negro rebozo,
los ojos llorosos, tristes y sin luz.
¡Qué frío, canejo, sentirán los muertos...!
Pues la moza aquella se le
arrodilló,
lloró cuanto quiso, besuqueó la tumba,
le dijo "hasta
pronto", pero no volvió.
Música: Herminia Velich / Juan
Velich
Letra: Herminia Velich / Juan Velich
Cualquier cosa resultaste
para que un hombre derecho
tu maldad tomara a pecho
entregándose al “splin”.
Con tu acción me
comprobaste
lo que de ti suponía
que tu amor me sonreía
para lograr
otro fin.
Loca mía,
alma cruel y atravesada
por tu artera
puñalada
toda mi dicha perdí.
Quién diría
que tu pensamiento terco
te volviera flor de cerco
y no encanto para mí.
Tus divinos ojos
verdes
mezcla de mar y de cielo
han dejado un desconsuelo
que amargo
mi corazón.
Quiera Dios que no te acuerdes
de volver ya que te fuiste
porque el daño que me hiciste
no merece mi perdón.
Música: Emilio Balcarce.
Letra: Curio
Cuando caigan las hojas
del otoño nuevo...
y yo
esté a solas
sin tu nombre bueno...
Entre el cortejo
lento de las
horas
que no pasan más...
Qué enorme la angustia
de la soledad...
Entonces,
nunca tanto como entonces
como un duende enloquecido
se alzará mi dolor.
Perdido
en un llanto contenido
el recuerdo
de tu amor
volverá, volverá,
por lo que hemos vivido.
Cuando
caigan las hojas
y no estés conmigo,
irá la ronda
de mi pensamiento
como alma en pena
como hoja al viento
llamándote...
Música: Juan de Dios Filiberto
Letra: María Luisa Carnelli
Sollozó el bandoneón
congojas que se van
con el
anochecer.
Y como un corazón,
el hueco de un zaguán,
recoge la
oración
que triste dice fiel mujer.
Lloró la milonga,
su antigua
pasión,
parece que ruega
consuelo y perdón.
La sombra cruzó
por
el arrabal
de aquel que a la muerte
jugó su puñal.
Dos viejos
unidos
en un callejón,
elevan las manos
por su salvación.
Y
todo el suburbio,
con dolor,
evocan un hondo
drama de amor.
Conmovió el arrabal
con largo estremecer
el toque de oración.
Con gran pena y sentimiento
dolor sentimental
embarga a la mujer
en tanto el bandoneón
reza de un querer.
Letra firmada con el
seudónimo Luis Mario.
Música: José María Aguilar
Letra: Celedonio Flores
He rodao como bolita de pebete arrabalero
y estoy
fulero y cachuso por los golpes, ¿qué querés?
Cuantas veces con un cuatro a
un envido dije ¡Quiero!...
y otra vez me fui a baraja y tenía treinta y
tres.
Te conocí cuando entraba a fallarme la carpeta,
me ganaste con
bondades poco a poco el corazón.
El hombre como el caballo, cuando ha
llegado a la meta
afloja el tren de carrera y se hace manso y sobón.
Vos sos buena, no te alcanza ni el más mínimo reproche
y sos para mí
una amiga desinteresada y leal,
una estrella en lo triste de mi noche,
una máscara de risa en mi pobre carnaval...
Vos me torciste la vida, te
pusiste en mi camino
para alumbrarme con risas, con amor y con placer.
Y
entré a quererte, por esa ley del destino
sin darme cuenta que estaba ya
viejo para querer...
¿Viejo?...Porque tengo miedo que me sobrés en
malicia.
¿Viejo?...Porque desconfío que me querés amurar.
Porque me
estoy dando cuenta que fue mi vida ficticia
y porque tengo otro modo de ver
y filosofar.
Sin embargo, todavía, si se me cuadra y me apuran
puedo
mostrarle a cualquiera que sé hacerme respetar.
Te quiero como a mi madre,
pero me sobra bravura
pa'hacerte saltar pa'arriba "Cuando me entrés a
fallar".
Música: Rafael Rossi
Letra: Enrique Cadícamo
Llueve... Llueve en el suburbio
y aquí, solo en esta
pieza,
va subiendo a mi cabeza
una extraña evocacion.
Es la pena de
estar solo
o es la tarde cruel y fría
que a mi gris melancolía
la
convierte en emoción...
Aquí está mi orgullo de antes,
bandoneón de mi
pasado
viejo amigo que he dejado
para siempre en un rincón.
En la
tarde evocadora
tu teclado amarillento
está mudo y ya no siento
tu
lenguaje rezongón.
Mi viejo amigo de entonces
yo voy corriendo tu
suerte.
Las horas que hemos vivido
hoy las cubre el olvido
y las
ronda la muerte...
Mi bandoneón del recuerdo
hoy como tú ya no existe,
pues para siempre dejé en tu registro
enterrado el corazón...
Hoy la tarde está lluviosa,
bandoneón, por los recuerdos,
y es
por eso que me acuerdo
de mis tiempos de esplendor.
Cuando alcé tu caja
un día
en un lírico arremango
y ahí nomás me diste un tango,
un gran
tango ganador...
Y otra vez cuando "ella" estaba
neurasténica y celosa
con tu música gangosa
la hiciste sollozar...
Bandoneón de mis
recuerdos.
Viejo amigo envuelto en pena,
esta tarde tengo ganas,
muchas ganas de llorar.
Música: Carlos Gardel / Marcel
Lattes
Letra: Alfredo Le Pera / Mario
Battistella
(canción)
Solo en la ruta de mi destino
sin el amparo de tu
mirar,
soy como un ave que en el camino
rompió las cuerdas de su cantar.
Nace la aurora resplandeciente,
clara mañana, bello rosal,
brilla la estrella, canta la fuente,
ríe la vida, porque tú estás.
Cuando no estás la flor no perfuma,
si tú te vas, me envuelve la
bruma;
el zorzal, la fuente y las estrellas
pierden para mí su
seducción.
Cuando no estás muere mi esperanza,
si tú te vas se va mi
ilusión.
Oye mi lamento, que confío al viento,
todo es dolor cuando tú
no estás.
Música: Mariano Mores
Letra: Mario Battistella
Cuartito azul, dulce morada de mi vida,
fiel testigo
de mi tierna juventud,
llegó la hora de la triste despedida,
ya lo ves,
todo en el mundo es inquietud.
Ya no soy más aquel muchacho oscuro;
todo
un señor desde esta tarde soy.
Sin embargo, cuartito, te lo juro,
nunca
estuve tan triste como hoy.
Cuartito azul
de mi primera pasión,
vos guardarás
todo mi corazón.
Si alguna vez
volviera la que amé
vos le dirás
que nunca la olvidé.
Cuartito azul,
hoy te canto mi
adiós.
Ya no abriré
tu puerta y tu balcón.
Aquí viví toda mi
ardiente fantasia
y al amor con alegria le canté;
aquí fue donde sollozó
la amada mía
recitándome los versos de Chénier.
Quizá tendré para
enorgullecerme
gloria y honor como nadie alcanzó,
pero nada podrá ya
parecerme
tan lindo y tan sincero
como vos.
Música: Alberto Castillo
Letra: Carlos Lucero
Perdóneme, doctor, si yo he venido,
a rogarle que me
diga si es verdad...
Van tres noches, se lo juro, no he dormido,
pensando en tan hermosa realidad.
He sabido que a Pinocho lo han traído
con una urgencia, moribundo, al hospital,
¡y que un hada misteriosa que
ha venido,
con su magia lo acaba de curar!
¿Usted no me conoce?
Me llamo Cucusita,
y tengo una hermanita
que no puede jugar,
es
de trencitas rubia
¡si viera qué bonita!
¡Y hace seis meses largos
no puede caminar!
Por eso yo le ruego
a usted, Doctor, tan
bueno,
que llame a esa hada pronto,
con toda su bondad,
que vaya por
mi casa,
que cure a mi hermanita,
como curó a Pinocho
¡Así podrá
jugar!
El médico, asombrado, lo miraba
y en sus ojos una lágrima
asomó
y mientras lo abrazaba murmuraba:
«Muy pronto sanará, si crees en
Dios.»
A su casa corrió con alegría...
y en los brazos de la madre se
durmió.
Y en sus sueños vino el hada que pedía
¡y al instante la nena
caminó!
Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser.
Bajo el ala del sombrero
cuantas veces,
embozada,
una lágrima asomada
yo no pude contener...
Si crucé por
los caminos
como un paria que el destino
se empeñó en deshacer;
si
fui flojo, si fui ciego,
sólo quiero que hoy comprendan
el valor que
representa
el coraje de querer.
Era, para mí, la vida entera,
como un sol de primavera,
mi esperanza y mi pasión.
Sabía que en el
mundo no cabía
toda la humilde alegría
de mi pobre corazón.
Ahora,
cuesta abajo en mi rodada,
las ilusiones pasadas
yo no las puedo
arrancar.
Sueño con el pasado que añoro,
el tiempo viejo que lloro
y
que nunca volverá.
Por seguir tras de su huella
yo bebí
incansablemente
en mi copa de dolor,
pero nadie comprendía
que, si
todo yo lo daba
en cada vuelta dejaba
pedazos de corazón.
Ahora,
triste, en la pendiente,
solitario y ya vencido
yo me quiero confesar:
si aquella boca mentía
el amor que me ofrecía,
por aquellos ojos
brujos
yo habría dado siempre más.
Música: Ángel Villoldo
Letra: Ángel Villoldo
Una ordenanza sobre la moral
decretó la dirección
policial
y por la que el hombre se debe abstener
decir palabras dulces a
una mujer.
Cuando una hermosa veamos venir
ni un piropo le podemos decir
y no habrá más que mirarla y callar
si apreciamos la libertad.
¡Caray!... ¡No sé
por qué prohibir al hombre
que le diga un piropo a
una mujer!
¡Chitón!... ¡No hablar,
porque al que se propase
cincuenta le harán pagar!
Yo cuando vea cualquiera mujer
una
guiñada tan sólo le haré.
Y con cuidado,
que si se da cuenta,
¡ay!, de los cincuenta
no me salvaré.
Por la ordenanza tan
original
un percance le pasó a don Pascual:
anoche, al ver a una señora
gilí,
le dijo: Adiós, lucero, divina hurí.
Al escucharlo se le sulfuró
y una bofetada al pobre le dio
y lo llevó al gallo policial...
Por
ofender a la moral.
¡Caray!... ¡No sé
por qué prohibir al hombre
que
le diga un piropo a una mujer!...
¡No hablar!... ¡Chitón,
porque puede
costarles
cincuenta de la nación!
Mucho cuidado se debe tener
al
encontrarse frente a una mujer.
Yo, por mi parte,
cuando alguna vea,
por linda que sea
nada le diré.
Música: Enrique Cadícamo
Letra: Enrique Cadícamo
Ya sabía, antes de abrir el estuche,
si el brillo era
puro o era shomería
ojo de joyero, palabra de scruche,
pero de mujeres
ni diome sabía...
Si pateaba el burro o llegaba el trompa,
un
cachiporrazo y dormía en la lona.
Cargaba en el grillo trasero del lompa
siempre de culata ¡Isa... La chabona!...
Pero un día se cruzó
una nami en el camino
y ella me cambió el destino
con el hijo que
nació.
Del delito me aparté
y aquí comenzó mi vida.
Me casé con mi
querida
y al pibe lo bautizé.
Son cosas de un metejón
que nunca
la ciencia explica,
sólo el amor purifica
el fango del callejón.
Hoy
yugo en un corralón
tengo "Cumplido" un plenario...
Hasta se limpia el
prontuario
cuando talla el corazón.
Música: Pedro Maffia
Letra: José Horacio Staffolani
Flor marchita, flor enferma,
flor del lujo y del
placer,
sos la linda vampiresa
y la pálida princesa
de aquel verso
de Musset.
Sos la diosa, sos la reina
del lujoso cabaret.
Sin
embargo tu alegría
es la enferma risa fría
de una anémica mujer.
Como aquellas mariposas
que a la luz volando van,
tus alitas se
quemaron
entre sedas y champán.
Por tus locos desvaríos
cuántas
noches llorarás,
recordando a tu viejita
y hasta aquel humilde hogar...
¿Quién te quiere? ¿Quién te ama,
flor caída del rosal?
Vuelve
pronto a tu casita
donde está tu madrecita
que te llora sin cesar...
Alma triste, alma errante,
¿quién te empuja a lo fatal?
Hoy tu madre
te reclama
y con lágrimas te llama...
Cuándo. cuándo volverás?